Marcelo Maturana, astrofotógrafo:

Cazador nocturno de estrellas y galaxias

Llegó a esta amalgama de fotografía y astronomía, convencido por su amigo Javier Pacheco, quien lo motivó a capturar imágenes maravillosas del nocturno techo estelar. Sobre su cabeza las galaxias lo habían esperado, silentes y misteriosas. Maturana se decidió y se inició en lo que hoy es su gran pasión: la astrofotografía.

Justo antes de la pandemia del Covid, se adentró en el asombroso mundo de la astrofotografía, la disciplina que se encarga de hacer fotografías de objetos celestes, como estrellas, planetas, cometas y asteroides.
Este diseñador y músico ha ido configurando su equipo fotográfico, aprendiendo la técnica y cultivando sobre todo la mayor de las exigencias de esta rama de la fotografía: la paciencia.
Junto al equipamiento técnico, cámaras, lentes, accesorios e indumentarias, ¿qué consideraciones se deben tomar en cuenta para conseguir este tipo de fotografías?

"Planificar qué fotografía quiero conseguir, eso está en mi mente, definir el día. Que no esté presente la luna, a no ser que quiera una imagen de ella. Tiene que ver con sus fases. Conocer la locación y su geografía para minimizar los riesgos, llegar al sitio con antelación, considerar la meteorología y, básicamente, una logística correcta”. Responde el experimentado fotógrafo.

Recuerda la ocasión en que hizo una sesión en la puntilla de la playa de Coihuín, sector costero cercano a Puerto Montt. El lugar puede resultar altamente riesgoso con el cambio de mareas; allí han ocurrido diversos accidentes por el desconocimiento de la zona y las variables de corrientes, lo fangoso de sus arenas y las condiciones propias del humedal existente.

"Allí existen dos enormes eucaliptus; desde la carretera se ven pequeños, pero son gigantes. En ese punto desemboca el río Chamiza. Al bajar la marea, el mar se recoge, el suelo queda pantanoso; por eso hay que consultar en internet las mareas, porque se puede convertir en una trampa si no se prevén estos datos”. Aconseja.

Las salidas nocturnas tienen riesgos inherentes, que él y otras personas con las que se aventura tratan de minimizar. Las sesiones requieren, por otra parte, un estado físico para soportar extenuantes caminatas y escaladas, ascensos y descensos por montañas o laderas rocosas. “…Un buen estado físico también es importante”. Agrega quien ya ha estado presente con sus fotografías en diversos certámenes. Lo que le ha valido incluso reconocimiento desde la NASA.

Junto con sortear condiciones atmosféricas imprevistas o la rudeza de nuestro clima, con temperaturas bajo cero grados, viento o nubes imprevistas, las extensas jornadas para conseguir la foto deseada, que terminan justo antes del amanecer, demandan una práctica especial. ¿Cómo se obtiene una imagen de calidad?

"El modo de fotografía nocturna es distinto respecto a la que se hace con luz natural o asistida, porque todos los elementos a fotografiar están visibles; en cambio, con el modo nocturno y la ausencia de luz, hay que revelar lo que no se puede ver a simple vista, como estrellas, planetas o la Vía Láctea. La gente piensa que hay estrellas no más en el cielo; ignora en qué parte del sistema solar estamos ubicados”.


Su equipamiento está compuesto por una cámara Nikon D5600, lente Tokina 14-20 milímetros F2, otra marca Nikon 35 milímetros F1.8 y una de 50 milímetros F1.8 marca Yongnuo. Estos objetivos deben ser muy luminosos para que den amplio paso de luz al sensor de la cámara, que transformará esa información en la foto. ¿Qué otros accesorios conforman tu set?

“Cuento con otro de 300 milímetros, trípode, cinta térmica que se instala alrededor de los lentes para que el cristal no se condense con el frío o la humedad, parasoles, ropa técnica, primeras capas, gorros, bandanas y casaca apropiada para contrarrestar el frío o una carpa eventualmente. La indumentaria es clave”.

Este cazador de estrellas asegura que la época propicia para estos particulares registros es en invierno.

“En esa estación la Tierra va rotando; en verano la Tierra se inclina y el Sol ilumina más y esto afecta la correcta exposición. Desde noviembre se pueden observar otras constelaciones como Orión, las Tres Marías, como se conocen comúnmente, Tauro o las Pléyades. En nuestra región, el invierno es la época precisa para capturar la Vía Láctea. Hay que situarse en lugares con baja contaminación lumínica, lejos de la ciudad, luminarias y automóviles, ojalá en algún parque nacional o un valle”.

Recuerda sus inicios en estas aventuras nocturnas. Eran tiempos de cuarentenas y restricciones, en que ensayaba la técnica en Polincay, sector donde vive, junto al río Chamiza. Algunas veces se arriesgó y solicitó permisos especiales, pero inexistentes, a Carabineros para ejercer su afición.

Era complicado ir a algún parque a fotografiar, peroun carabinero de pueblo no es lo mismo que un carabinero de ciudad. Ellos son más comprensivos. Les explicaba y pedía permiso de buena forma y me dejaban transitar con mi cámara por Correntoso, Río Blanco o Lago Chapo”. Sonríe al confesar la curiosa anécdota. Ambas localidades distan cuarenta kilómetros de la ciudad de Puerto Montt y su ruralidad favorece las condiciones de luz que Maturana explica.


Lleva seis años obturando, en medio de la soledad y el silencio de la noche. Ha subido a varios volcanes: Villarrica, Osorno y Calbuco.
Espera el momento exacto para perpetuar ese instante fugaz, como el año pasado cuando hubo llamaradas solares o auroras australes, o el reciente avistamiento de un cometa, que le mereció una portada del diario local.

Mantiene un método que ha trabajado y que se empecina en continuar afinando.

“Hay que tener mucha paciencia. Buscar formas para combatir el frío, mantenerse activo pero evitando el agotamiento físico y mental. El frío consume el calor corporal y la energía”.

Desde uno de los muros de su casa cuelga una de sus logradas fotografías. Contesta con expertiz precisa e inmediata.

“Ese es un paisaje astrofotográfico, porque contiene, además del cielo estrellado, un paisaje. Es una escena nocturna hecha en Lago Chapo. Con determinación quiero construir escenas con sello propio. Crear un relato auténtico con elementos que conformen una historia. Eso es lo que me gusta a mí. Mostrar algún evento importante que haya dejado una huella. Por ejemplo, los árboles de la erupción del Calbuco están allí como testigos de ese evento; evidencian desolación y devastación. Ahora hay arbolitos que están creciendo; la vida surgió desde las cenizas”.


Esta forma de ver la vida la ha adquirido con su dilatada experiencia como diseñador y sus nexos profesionales con la comunicación y la publicidad.

“Quiero darle una vuelta más a esa realidad. No me conformo solo con una foto pelada. No basta solo con encuadrar el cielo; yo le busco una onda adicional y especial”.

¿Eso es lo que defines como paisaje?

“Claro, lo que yo hago en general es paisaje. Con todos esos conceptos. También está la fotografía de astros y nebulosas, llamado cielo profundo esas fotos que salen como en las revistas de la NASA.

Maturana, luego de culminar sus sesiones, descarga los registros en formato RAW o TIFF para no perder información ni datos, fenómeno que se da con formatos como el conocido JPG.
Photoshop y Light Room son algunos de los softwares con los que ejecuta la post-edición, pero se declara enemigo del uso de plataformas de inteligencia artificial, IA, muy de moda en estos tiempos.
Critica a la vez la utilización de smartphones de alta gama para estas prácticas, aunque le otorga cierto valor, porque sostiene:

“Las imágenes tienen solo un buen lejos. Aunque los sensores cada vez los van haciendo más potentes, al ampliar las imágenes se vuelven evidentes las aberraciones y menor definición que lo que se consigue con un equipo profesional. Prefiero lo romántico de usar una cámara. Bien guardada en un bolso, con sus cosas: lentes, baterías, trípode. Es parte esencial en estas aventuras”.

Le consultamos sobre cuál ha sido la fotografía más difícil que ha hecho, que lo ha complicado más de lo usual en recursos, condiciones y logística.

Hay varias, pero hay unas que hice en el sector de roqueríos junto al mar de Quillahua, Estaquilla, cerca de la comuna de Los Muermos. Estaba solo, sobre un risco y soplaba mucho viento; el trípode temblaba y me dio vértigo”. Recuerda el momento y lo riesgoso de aquella situación.

Por estos días, Marcelo Matura trabaja en los detalles de sus nuevos proyectos, que incluyen tours al Lago Chapo, con sesiones nocturnas guiadas, abierto a todo público y un programa dirigido a estudiantes que gusten de la fotografía nocturna para buscar galaxias, planetas, satélites y constelaciones de estrellas esquivas.

Lo hace en la quietud de su cabaña, junto a sus perros y su jardín zen.

Esta pasión, declara ”aún no me permite dedicarme exclusivamente a ella, porque cuesta generar ingresos con la astrofotografía”, apunta la última frase directamente, como si enfocara el lente de su cámara a la estrella más lejana hacia el universo infinito.