Marlene Bohle, escritora:
La mujer más allá de la niebla

Oriunda de Salto Chico, su patria chica, localidad alejada de Puerto Montt 35 kilómetros, Marlene Bohle fue distinguida por el municipio local como ciudadana destacada, un título honorífico que reconoce, en parte, su contribución a la ciudad en áreas como educación, el arte y la cultura.
Este tardío homenaje corona una dilatada carrera docente y, particularmente, en el mágico mundo de la creación literaria. Ella recibió la mención con la humildad que la caracteriza.
“Es honor no más. Eso sí, detrás hay un tremendo peso también porque alguien tuvo que haberme nombrado, entonces hay voluntades, debe haber un aprecio probablemente, cariño”. Asume con gratitud y franqueza a la vez. Y se explaya más.
“Tiene toda esa connotación humana, la del ser humano que busca la forma de reconocer al otro antes que muera, cosa que es bastante interesante también porque no te olvides que nosotros los chilenos somos bien poco dados a hacer notar los méritos de los nuestros y solamente los dejamos enunciados en los discursos del cuento fúnebre”. Finaliza el punto.

La autora, entre otros textos, de Registros de Habla, Mujeres de Carne y Verso, Registro, Raigambre, Paisajes de la Memoria, Historia de Mujeres, Muertes y Otras Cosas de Mujeres y su reciente libro Señales tras la Niebla, no elude la importancia con que aborda la temática de la mujer en sus relatos; por el contrario, se hace cargo, así sostiene Jorge Loncón al presentar esta obra. “La voz de Marlene Bohle resuena con fuerza en nuestra geografía poética”.
Señales tras la niebla, ¿es un libro que te llena como mujer?
“No. De hecho, falta, falta. Hay cosas que no se dijeron, hay cosas que hay que tocar desde otra perspectiva. Pero eso me pasa siempre.
Cuando tú tienes el libro en la mano, llega a dar miedo abrirlo. Pienso: yo tenía que haber dicho otra cosa, o aquí no iba esto, no corresponde. Corresponde a otro minuto, qué sé yo, a otra circunstancia. Así somos los que escribimos. Vivimos hallando defectos a nuestros trabajos y buscando, no sé si uno estará conforme con todo lo que hace. Creo que no”.
El libro en cuestión fue presentado en la Sala Mafalda Mora, de la casa del Arte Diego Rivera, en noviembre de 2024, ocasión en la cual declaró que “nunca se me oyó con tanta atención”.
En sus páginas, uno se topa con descarnados relatos que construyó a partir del abuso, el maltrato y el crimen de “…mujeres que han sido violentadas, otras que fueron pateadas hasta hacerlas abortar, violadas, asesinadas, etcétera". Por supuesto que no revelo identidades y que cambié algunas cosas para no causar dolor; son escritos basados en un realismo que exacerbo a través de la poesía”.
Son historias de 25 mujeres, llenas de dolor, publicación con la cual pretende reconocerlas y contribuir a que se siga invisibilizando sus dramas; al contrario, se vuelve a hablar sobre ellas.
Su ser poético observa la realidad desde diferentes lugares; desde la vida y de la muerte, porque establece que “…el deber del poeta es denunciar, no solo para que la gente se deleite, sino también para que se den cuenta de lo que sucede detrás de cada circunstancia escrita”.
Seis años le dedicó a este intento por develar la niebla que impide ver el dolor de tantas de sus pares. ¿Lo femenino continúa siendo tu leitmotiv? Se apresura a contestar.
“No es algo que yo haya determinado, pero es que no lo puedo evitar. Seguramente porque estoy muy atenta a este tipo de situaciones, femicidios, como se llama, y no podría hacerme a un lado de una realidad que es tremenda y que afecta. Podría ser tu hija, tu hermana, una amiga de infancia. Es gente anónima, no tiene ni rostro, pero son seres que han sido quemados, rociados con bencina o a los que les arrancaron los ojos. Es brutal”.
En este vía crucis transitado por tantas mujeres se interpone un velo, “la niebla del pasado y también la del futuro". Se da, por tanto, una doble subjetividad: la de la condición humana en sí, y la dificultad para hacer luz —tras la niebla— en la historia propia y colectiva.
"Marlene Bohle construye y deconstruye a partir de esos hitos. En el libro actual, se extrema ese grito desde la primera unidad, bautizada como "Mujeres en Carne Viva". Así se refirió Jorge Loncón al presentarla.
Con estudios básicos en las escuelas de Salto Chico y Las Quemas y el Instituto Comercial de Puerto Montt. Se convirtió en Agente Comercial y Viajante, y posteriormente en Administradora de Empresas. Pero su camino la llevaría a la docencia.
Es licenciada en Licenciatura en Educación en la UPLA y Magister en Educación de la Universidad La República; posee además diferentes especialidades y postítulos. Estuvo a cargo de la Biblioteca Dr. Matías Yuraszceck, también dirigió la Escuela de Arte y Cultura, que a comienzos de los 90s funcionaba en un edificio de calle O’Higgins, y ejerció en aula, como señala con orgullo legítimo.
En un impensado flashback, la entrevista la llevó a su niñez. Esa donde lo precario acompañó la ruralidad.
“En esos años, la micro pasaba todos los días, en un recorrido que hacía ida y vuelta hasta el pueblo. Ahora ya no. Todo ha ido cambiando y casi todas las personas que aún viven en esa comarca tienen vehículo.
Antes no. Había que recurrir a un camión cuando alguien se enfermaba gravemente, y había que acudir al hospital de Puerto Montt.
Actualmente, la zona goza de una mejor conectividad. Los caminos y rutas están en mejores condiciones. “Imagínate con rutas pavimentadas por los dos lados”. Manifiesta con asombro para celebrar el acceso expedito por las dos principales vías hacia su campo natal y la contrasta con ese tiempo pedregoso. “De repente aparecían vertientes que en la cuesta Chinchihuape y se cortaba el camino; quedábamos todos aislados”. Recuerda esa parte del tramo que va desde Las Quemas donde aún existe una gruta, en honor a la Virgen de Lourdes. En esa escarpada curva, muchos mantienen vivo el tradicional saludo de persignarse reverentemente.
El desarrollo ha influido mejorando esta parte de la vida de sus habitantes, pero por otro lado ha afectado en sentido opuesto. Allí se han ido quedando los ancianos y adultos mayores.
Este desplazamiento desde ese asentamiento humano, que bordea Monteverde, el valioso sitio arqueológico, tiene su origen en que los más jóvenes han migrado hacia Puerto Montt, en búsqueda de otras y mejores oportunidades.
Esta es una de las tantas diásporas que han ocurrido en diversos puntos de Chile, transformándose en una auténtica, aunque inconfesa, bofetada a quienes esgrimen discursos irreflexivos y discriminatorios, y otros lisa y llanamente xenófobos.
“Hay una mirada desde una zona de confort, donde el facilismo de insultar, de discriminar, sale muy rápido. Y esa palabrería denosta, ensucia y denigra al otro. Eso no está bien”.
Marlene apunta su pensamiento crítico al respecto:
“Nosotros salimos del campo para venir a conquistar la ciudad, pero no sé si la habremos conquistado. Tuvimos que salir a estudiar; allá en el campo había sexto básico, después en Las Quemas hasta octavo. Luego, obligatoriamente había que continuar la enseñanza media en Puerto Montt, conseguir un cupo en algún internado o tomar pensión, pero era hasta donde los padres le daban los recursos”. Relata sobre el titánico esfuerzo familiar que implicaba estudiar, en un peregrinaje que partió a sus 13 años.
“Soy la única de mi familia que prosiguió estudios superiores, pero eso también fue sobre la base de un tremendo esfuerzo”.
De regreso a la causa femenina que abraza y enarbola, dirige la crítica hacia el origen de muchas de estas penurias. Hay en ella cierto atavismo, que no pierde oportunidad para combatir con las artes de su pluma inquisidora.
“Hubo una época bastante infeliz para las mujeres, hace 50 ó 70 años; siendo niña, fui testigo de muchas formas de violencia e injusticias hacia nosotras. Por ejemplo, cuando se determinaba quién cuidaría a los padres a mala edad de viejos. Era la última hermana. O sea, tú, mujer, venías con un destino marcado.
Y no lo digo porque sea malo cuidar a los padres, pero ¿por qué a la última de las hijas? ¡Mujeres! Aunque fuese un varón, el menor, la lista se desplazaba hasta aquella mujer. Quedaba castrada, como en la obra de García Lorca, ¿cierto? Ahí está la mujer, esa que va, que se la seca por dentro. “Una sentencia maldita”.
En esta deconstrucción de la cual tú hablas, donde te haces cargo de realidades ajenas y, por cierto, también las tuyas, está la otra cara planteada por el título de tu libro: la niebla, ese manto que quiere perpetuar la realidad. ¿Cuál es tu reflexión?
“No es tan solo esta realidad. La niebla está para todo. La niebla se da para las cosas positivas como para las negativas. De hecho, siempre hubo y habrá niebla. Siempre. Porque tiene que ser así.
Para que alguien avance, un otro tiene que quedar parado. Para que alguien logre cosas, un otro tiene que sacrificarse y esperar. Porque la vida es así.” Responde con cierto pesar.
Estos días veraniegos la mantienen pensando en su incesante actividad creativa. Unos libros que piensa editar, pero que aún aguardan bajo la sombra paciente que dan sus magnolias.
“En lo que estoy trabajando será probablemente lo último que publicaré. No quiero dejarle esta misión a mi hija, porque si uno escribe algo y no alcanzas a publicarlo, los hijos no tienen por qué andar de rodillas buscando los recursos. Quiero dejarlo hecho nomás”.
Marlene declaró en otra entrevista que “cuando uno lee 15 líneas, ya leyó harto”. Consultada por los niveles de lectura que se advierten en nuestro país, profundiza en esta crisis.
“Todos sabemos lo valioso que es leer y cuánto enriquece al ser humano. Lo sabemos los viejos, que venimos de la escuela de la lectura. Hay harta gente que lee, pero son escasos desde la perspectiva de la globalidad de personas.
Junto al diagnóstico de tan bajos niveles y calidad de lo que se lee, preocupa el escaso nivel de comprensión lectora, que emana desde distintas fuentes de medición, como la Prueba de Acceso a la Educación Superior o los resultados que arroja el Simce.
Sí, aunque la verdad es que esa es una problemática que llevamos desde hace muchos decenios; no voy a hablar más allá porque no es justo tampoco meterlos a todos en un saco. Nosotros respondemos a una realidad, a una forma de entender el mundo y de vivirlo, y como chilenos la verdad es que la comprensión lectora aquí está en los talones”.

Recientemente, ha causado revuelo el anuncio de que, a partir de este año, los establecimientos educacionales deben impartir una nueva asignatura ligada a los pueblos originarios de Chile.
“Lengua y Cultura de Pueblos Originarios Ancestrales” es el nombre de la materia que deberán abordar los colegios que cuenten con estudiantes indígenas entre sus matriculados. Consultamos su opinión sobre la medida impulsada desde el Ministerio de Educación.
“Antes que todo, nosotros como país tenemos una serie de etnias; no es tan solo el Mapudungún, hay otras, quizá mucho más interesantes y mucho más amplias. Los propios descendientes escasamente hablan su lengua”.
Dentro del marco del fenómeno de la interculturalidad, Bohle manifiesta que, de ser así, se podría proponer, por ejemplo:
“Estudiar griego, no sé, volver al latín, porque es la base del idioma. No me parece justo, honestamente creo que no corresponde. Hay una ideologización exacerbada, por ejemplo, en estas materias.” Asegura, al finalizar la entrevista.
Por de pronto, la ciudadana destacada sigue dedicada a su huerta, plantas y flores, en una pasión que le resulta terapéutica y sobre la cual reafirma secretos ancestrales, como hablarles con dulzura y, de ser necesario, retarlas.
