RAFAEL ARENAS ENCINAS

“Soy un afortunado de poder vivir del arte”.

Rafael Arenas Encinas, de profesión psicopedagogo, nació en Santiago, pero se radicó en Puerto Montt hace más de 28 años. Trabaja como agente cultural, director de teatro, fotógrafo de escena y también ha incursionado en la música.


Habla en pretérito de su faceta actoral, veta que abandonó hace un par de décadas, porque eligió posicionarse tras escena a dirigir la obra y explorar en la dramaturgia escribiéndolas.

¿Y por qué hablas en pasado sobre tu desempeño como actor?

“Me acomodó harto estar dirigiendo teatro y que otros actores sean los que interpreten las ideas en libretos que yo pueda realizar y que ellos lo encarnen”. Arenas afirma que “La gracia que tiene el teatro es que no está hecho ni escrito para ser leído, sino para ser visto”. Una actriz o un actor se prepara y lee harto, entiende de cosas escénicas y también de comportamiento humano. Por eso digo que perfectamente puedo conversar con un actor, con un antropólogo, porque hay terminologías similares que las dos profesiones pueden manejar”.

Recurrentemente se le ve en la Casa del Arte Diego Rivera de Puerto Montt con sombrero y cargando su equipo fotográfico. ¿Cuál es tu definición exacta de la fotografía de escena?

La fotografía de escena o fotografía de acción es aquella donde el fotógrafo se especializa en espectáculos en vivo. En el caso del teatro, por ejemplo, es un espectáculo en vivo; el actor y la actriz están con su máxima carga dramática realizando el acto. No es un ensayo, es la actuación en sí más llena porque está con toda su energía en escena. Entonces, allí donde los actores se juegan la vida frente al público, es allí donde un fotógrafo capta la esencia de la obra. Con el tiempo, con el desarrollo de la técnica y de la experiencia, logra capturar la esencia de la escena; el alma de la pieza teatral que se está realizando”.

En esta técnica se deben manejar conceptos de iluminación, de calidad dramática y, por cierto, de fotografía, tener un set fotográfico apropiado para poder llegar tanto al rostro del actor como a la misma escena entera, evitar el uso del flash y que el click de la cámara no interrumpa ni al actor ni al público; no se trata de obturar en cualquier momento.

 

 

Para Arenas, constituye una ventaja tener ambas nociones. “El teatro para mí fue primero, la fotografía se desarrolla después y a buena hora que sea después, porque la fotografía es un nivel de abstracción. Que uno no puede entender antes de los 19 años. Ese nivel de abstracción es difícil de entender para un niño, que está con una mirada concreta”. De todas las fotografías que hace, solo el 40% son las que elige como dossier fotográfico y eso se le presenta al grupo teatral. ellos las utilizan para afiches, programas y como medio verificador del acto teatral. “Me ha pasado que muchos grupos se sorprenden gratamente, y es motivo de mucha alegría para mí el que ellos puedan verse reflejados y que no vean al actor, sino que vean al personaje que está en escena”.

Tras el lente de su cámara y en la misma sala, Rafael tiene una mirada nostálgica sobre la experiencia de vivir el teatro. “Asistir a ver una obra teatral es uno de los últimos rituales que está quedando. La experiencia de ir a ver un espectáculo teatral parte desde que el espectador se prepara para asistir, se organiza, se da el tiempo de ir a la sala teatral, esperar un rato, sentarse y vibrar con la obra teatral”.

¿Cuántos años llevas vinculado a la Casa del Arte Diego Rivera y específicamente a los temporales teatrales?

Buena pregunta. Cuando estaba Mauricio de la Parra, yo iba como espectador; después empecé a escribir crítica teatral en el diario El Llanquihue. Deben ser unos 25 o 30 años. Luego llegué como director con un trabajo junto al actor Rubén Pacheco Fariña, un brillante y talentoso actor del sur de Chile. Juntos ganamos un premio de la División Cultura del Ministerio de Educación con la obra El Diario del Loco, de la dramaturga de Nicolai Gogol, con la actuación de Rubén Pacheco y la dirección mía, lo que nos permitió ser invitados a los "Temporales Teatrales”. Sobre Rubén Pacheco, Arenas comenta que “era un actorazo, con un dominio de la técnica muy depurada, un porte, una voz, una prestancia y una interpretación muy buena”.

¿Cuál es tu análisis respecto a los Temporales Internacionales de Teatro de Puerto Montt?

En sus inicios, tenían un filtro muy grueso, difícil de saltar porque su creador promovía la idea de que al evento se dieran cita solamente grupos de talla nacional, generalmente de Santiago, excepto la Universidad de Antofagasta, que traía su grupo”. Lo que señala Arenas apunta a que, en su origen, la programación no consideraba la presencia de grupos regionales, excepto el grupo de Mauricio de La Parra; eso causó que muchos grupos que tenían mucha calidad de teatro no pudieran participar de los temporales.

Gracias a que el Seremi del Consejo de la Cultura, Pablo Matamala Lopetegui, insistió en que hubiera una obra teatral representante de Puerto Montt que tuviera los méritos para poder estar en los Temporales, aparte de la compañía de Mauricio de La Parra, así pudimos presentar una obra que escribí y dirigí titulada Las voces de Gabriel; fue la cuña para que los grupos regionales, especialmente del sur, estuvieran presentes en el certamen”.

¿Hay un real aporte hacia el teatro local a partir de ese hito?

“Muchos actores y actrices han sido influenciados por los Temporales de Teatro; ellos, como espectadores, han ido a ver obras y han quedado muy inspirados y también pensando en que eso es lo que ellos quieren hacer de ahí en adelante. Conozco a varios que, gracias a los temporales, han logrado autoconocerse como actrices o como actores”.

El incremento del presupuesto destinado al Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio en Chile para 2025 intenta fortalecer un sector que constituye un pilar esencial para el desarrollo integral de la sociedad. Con un monto de M$ 481.288.802 asignados a Cultura, equivalente al 0,58% del total del Erario Nacional, el desafío sigue siendo mayúsculo. Sin embargo, diversos entes, actores y gestores culturales reclamaron por esta partida presupuestaria, que estuvo en vilo de ser recortada, y permanecen alertas a la implementación de estas políticas estatales para el presente año. Arenas opina que “el arte y la cultura en nuestro país siempre debieran ser una política de estado más amplia, porque en países desarrollados todas las artes son subsidiadas".

Son muy pocos los actores que viven directamente del teatro. "Conozco un par de ellos que hacen trabajo teatral, pero también realizan talleres. Los grandes directores teatrales hacen clases en universidades, tienen su grupo de teatro, sus obras, pero ellos realizan la labor de ser formadores, porque en Chile no da para poder solamente vivir del teatro. Es imposible”. Rafael Arenas acumula una vasta experiencia inserto en el evento teatral que cada año produce la Corporación Cultural del municipio puertomontino; “El público puertomontino es bastante educado. Yo he estado en otros festivales donde los sonidos de teléfonos celulares distraen. O la gente se levanta al borde del escenario, a tomar una foto en medio de la función. Aquí hay una cultura teatral”.

A sus vertientes actorales, dramaturgo y fotógrafo, se le debe agregar un trabajo editorial que realizó junto al poeta Harry Vollmer. Cuéntanos sobre ese libro y exposición fotográfica El Puerto que habito. “Con Harry hicimos un trabajo de investigación sobre el barrio Puerto de Puerto Montt, posteriormente y gracias al apoyo del Colegio Regional de Profesores, fuimos invitados por su entonces presidente Juan Ruiz Campos a hacer un libro fotográfico, con la poesía de Harry y luego montamos una exposición fotográfica. Posterior a esto, se declaró al barrio Puerto como barrio patrimonial”.

 

 

El polifacético Arenas también está vinculado a la música y se refiere así: “Sí. Es maestro ceremonial en diversas ocasiones. Es con la música también que tiene una cercanía. Soy cantante de tango de la agrupación "Puerto Tango”. En este formato, cultivan la música porteña argentina y lo hacen con músicos en vivo tocando instrumentos para recrear la musicalidad tanguera de los años 50.

¿Cuál de todas las artes y disciplinas que desarrollas te llena más?

“No lo tengo claro porque eso depende de lo que esté haciendo. Ahora estoy trabajando en dos montajes como director y me apasiona mucho eso.

"Tengo un amor por lo que hago y cuando estoy fotografiando también lo disfruto mucho. Entonces, lo que me toque vivir lo hago con todo el amor y toda la pasión, tratando de ser lo más profesional posible, tanto en la dirección teatral como en la escritura de libretos, como en la fotografía, en la gestión cultural o al cantar”.

 

 

Se confiesa un afortunado de residir en el sur del país. “Así lo definí cuando decidí venirme de Santiago para acá. Hago de mi vida unas vacaciones eternas. Puedo decir que vivo del arte, de mi arte que es variopinto. Afortunadamente, tengo la suerte que mucha gente no puede”.